Desafortunadamente, muchas están repitiendo el mismo error de usar el tipo de dispositivo incorrecto para sus necesidades de comunicación, generalmente buscando pantallas más baratas, como monitores de PC o televisores domésticos. Estos dispositivos no solo no están hechos para uso profesional, sino que pueden estar perjudicando activamente en contra de los beneficios que ofrece la señalización digital.
Las pantallas de digital signage están diseñadas desde el principio para adaptarse a usos profesionales y comerciales, empezando por el tamaño. Aunque los estándares están desde 32 pulgadas hasta 85 pulgadas, ya podemos encontrar tamaños por debajo y por encima, con la posibilidad además de poder formar impresionantes videowalls.
Los fabricantes son conscientes de que todos los tipos de negocios necesitan señalización digital, desde el pequeño restaurante familiar con unos pocos metros cuadrados, hasta los centros comerciales y estadios deportivos que necesitan la pantalla más grande posible.
Estas opciones se adaptan tanto a su espacio de trabajo como a su presupuesto, por lo que podemos olvidarnos de buscar televisores baratos o aprovechar monitores en desuso en las oficinas para hacer nuestros letreros digitales (todos ellos casos reales).
Las pantallas profesionales comienzan con niveles de brillo de 400 o 500 nits, más que suficiente para garantizar imágenes nítidas y claras incluso en interiores incluso con la luz en contra.
La potente iluminación de estadios o centros comerciales, e incluso el brillo de otras pantallas en el mismo área, puede funcionar en contra de las pantallas más tenues, borrando su color.
Así, podemos encontrar también pantallas profesionales con alto brillo (3.000-4.000 nits), combinado con un gran contraste (hasta 4000:1) y amplios ángulos de visión (al menos 180°), que permite que los contenidos se vean correctamente e incluso resalten sin importar el entorno que la rodea.
Un buen tamaño y un alto brillo (y otras prestaciones de visualización) no siempre son positivos, ya que en una pantalla doméstica supone un alto consumo de energía, una mayor temperatura y, por tanto, una mayor necesidad de ventilación. A la postre, esto supone una menor vida útil del aparato, por no hablar del mayor coste en consumo de luz.
Sin embargo, las pantallas profesionales están diseñadas para funcionar 16 o incluso las 24 horas del día de forma continua. Una vez más, esto ofrece una gran flexibilidad para la señalización digital, que se puede utilizar durante el horario comercial, después del mismo o en ambos. Con tantas horas de consumo, cualquier televisor doméstico o pantallas de ordenador acabará averiándose antes de lo debido.
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